Cuando el bebé nace su piel sufre algunos cambios que son del todo normales, pero que a la madre primeriza podrían parecer cosas alarmantes. No hay tal, el bebé ha llegado a un mundo al que debe adaptarse y como consecuencia los cambios no cesarán hasta que llegue a la juventud, si es que algún día cesan.
En los primeros días del recién nacido la piel adquiere un tono rojizo temporal que no necesita medicamento ni control médico alguno, puede ser esto o un color ligeramente azulado y el el tono llamado "Arlequin" en el que la piel del bebé luce de un lado del cuerpo de un tono rojo claro y que es también totamente normal. Es parte del proceso que incluye además la decamación fisiológica y el millium que son diminutas vesículas sebáceas de color blanco amarillento, y todo esto desaparecerá en pocas semanas.
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